viernes, 4 de marzo de 2011

Seguro que el sol estaba escondido y el frío había decidido hacernos una visita. No recuerdo si llovía o no, dejémoslo en quizás. Así que probablemente aquel día no fuese el más bonito del calendario.
Solo tú fuiste necesario para cambiar radicalmente el orden de todo, para empujar a la vida y darle la vuelta, para pintar el sol en un día cualquiera de invierno.
Y a partir de ese momento nublado y frío lo único que pude sentir fue el calor de tus manos entrelazadas con las mías y la luz que transmitía tu sonrisa.

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