sábado, 22 de enero de 2011

Estaré aquí cuando vuelvas, te miraré a los ojos cuando hables y seguiré convenciéndote de lo infinito que es el universo. Tomaré vasos de leche a las dos de la madrugada mientras vea a la luna y reconstruya los pedazos de mis vidas. Sabes, este trozo de cielo tiene algo. Todo brilla con más fuerza. Las golondrinas volverán por primavera y estaré allí para que te des cuenta de lo cómodo que resulta el césped y comprobar de una vez de qué están hechas las nubes. Nos compraremos una bici tándem verde lima para que nos miren, aunque tú siempre has sido de patines porque prefieres ir sola. No me importa, te compraré el helado en el quiosco de la esquina para que manches tu falda de flores de vainilla y después me repitas cuanto me odias cariñosamente. Luego, cuando la lluvia nos acaricie dirás eso de siempre del destino y nos refugiaremos en el portal donde por primera vez nos encontramos y me dijiste que era tarde. Mi rincón favorito, donde las farolas parecían mirarnos de reojo, cuando salimos de nuestro refugio para empaparnos mientras tú me bailabas el agua a mí y yo te bailaba el agua a ti.

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